Tras años de convivencia y correspondencia de sentidos amorosos, finalmente se consuma el matrimonio artístico entre Carlo Bordini y Gianluca De Rossi, para deleite de todos los aficionados al rock progresivo. Dos artistas que ciertamente no necesitan presentación dado su pasado en bandas como Rustichelli y Bordini, Goblin, Cherry Five y Taproban. El fruto de su unión se condensa en dos largas y emocionantes suites de casi veinte minutos de duración, marcadas por los inevitables tempos impares, con los sintetizadores monofónicos y el órgano trazando las líneas de bajo. La textura del sonido se hace más preciosa gracias al uso de los timbres originales de los años setenta: órgano Hammond C3, Mellotron M400 (Brass, Strings, Choir), Minimoog, piano Fender Rhodes, Hohner Clavinet D6, pedal de bajo Moog Taurus y cuerdas Elka. machine Rhapsody 610. El efecto de escucha es, por lo tanto, cálido, gratificante, embriagador como un vino tinto añejo: la elegancia y el rigor de la percusión de Bordini recuerda a la de maestros como Carl Palmer, Bill Bruford o John Hiseman; la variedad de sonidos y la energía de De Rossi no pueden dejar de recordar las fogosas cabalgatas en el Hammond del legendario Keith Emerson o las evoluciones en el Minimoog de Rick Wakeman. Sobre todo, DE ROSSI E BORDINI tiene su punto fuerte en el uso ejemplar de la dinámica y en la hábil alternancia entre el vacío y el lleno presente dentro de las composiciones, más admirable aún si pensamos que es producto de la interacción entre sólo dos músicos. Dos músicos con M mayúscula. chapeau.